Hoy toca hilar varios temas para llegar al asunto central. El que se pierda, que lo diga. Comienzo.

Al menos desde el segundo Plan Técnico Nacional, el de 1989, en España existen cuatro tipos de estaciones de radio: de servicio público estatal (en manos de Radio Nacional de España), con licencia de ámbito local (destinadas a gestión privada), de servicio público autonómico y de servicio público municipal. Todas ellas están controladas por un listado de frecuencias que se puede consultar en la página web del ministerio de asuntos económicos y transformación digital, al menos en esta legislatura. Todo lo que quede fuera de esos listados no tiene título habilitante y puede ser sancionado además de cerrar sus emisiones. ¿Y todo esto a qué viene?

Hace bastantes años se celebró en Barcelona un certamen de radio en el que se valoraban nuevos formatos. Si no recuerdo mal lo organizaba la Asociación Catalana de Radio y allí se presentaron propuestas de diferentes sitios de España. Un servidor estuvo de oyente y acompañante de uno de los que se presentaban. El resultado final: decepcionante para los que hasta allí fueron con sus ideas ya que, como los organizadores eran las radios privadas que operan en Cataluña, buscaban algo nuevo pero que estuviera anclado en el pasado. Los participantes los resumieron todo en una de las preguntas que hizo uno de los componentes del jurado: “¿A qué target está dirigido tu programa?”. Estuve presente en ese momento y si el público no fue al púlpito fue porque había buenos modales.

La cosa es que una de las propuestas venía de unos colaboradores de la emisora barcelonesa Ràdio Gràcia. Cuando les preguntaron qué tipo de emisora era respondieron muy alegremente que “eran una emisora municipal de barrio, con título habilitante”. Y se quedaron tan anchos. Buscad entre los cuatro tipos anteriormente descritos a ver si encontráis algo parecido.

Ràdio Gràcia ha sido siempre una emisora de barrio, sin licencia ni título correspondiente, aunque se ha estado financiando mediante dinero público a base de concursos de explotación realizados por el distrito del barrio o por el ayuntamiento de Barcelona. Y aquí tenemos que pararnos en una noticia del diario La Razón en la que publica que se han licitado unos 137 mil euros para la prestación del servicio de soporte técnico de la emisora. Hay que tener en cuenta que el pasado mes de septiembre el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña anuló otra licitación ya que se considera que la gestión debe ser llevada por el ayuntamiento y no por ninguna empresa externa. La cosa es que por todos está siendo considerada como una emisora municipal.

La única emisora municipal de radio de Barcelona es Betevé Ràdio que, junto con su hermana televisiva, en los últimos meses está teniendo problemas de financiación que se transforman en despidos del personal y cierre de programas. Me estoy metiendo en política, lo sé, pero es lo que hay cuando se habla de un servicio público y de otro, sin licencia, que está siendo monitorizado. El ayuntamiento de Barcelona debería centrarse en su medio oficial y cerrar todo aquel que quede fuera de la legalidad actual, aunque al cerrarlo su frecuencia pueda ser ocupada por el primer espabilado que esté a la espera.

Fin del discurso.

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