Llego tarde a todo. Lo sé. He de comentar que Juan Pablo Colmenarejo murió el pasado miércoles, y ya es de conocimiento de todos. Seguro. Buena parte de sus antiguos y actuales compañeros han alabado su trabajo como periodista y de explicar las noticias, con un ritmo tranquilo que ayudaba a su escucha. De todos los recordatorios que se han hecho me quedo con el de Rubén Amón en el programa de Carlos Alsina, en Onda Cero, que le ha calificado como “un periodista íntegro, sin renunciar nunca a su independencia y a su honestidad”. Y aquí voy a ir.

Todos sabemos la trayectoria profesional de Juan Pablo Colmenarejo, que empezó en Radiocadena Española en Pamplona, pasando después por COPE, TVE, RNE, Onda Cero, otra vez COPE, para terminar en Onda Madrid desde 2018. Cogiendo el comentario de Rubén Amón, me quedo en la última etapa de COPE.

Según dicen las malas lenguas, al más puro estilo de ‘las leyendas de la radio’, la manera de hacer de Colmenarejo no parecía gustarle a la consultora que tenía contratada COPE para mejorar su resultado de audiencia. Las recomendaciones sugeridas, como reducir los temas políticos, las entrevistas y cambiar la narración, caían en saco roto. Así que la cadena dejó que el contrato finalizara sin acuerdo de renovación, dejándolo libre para ir a cualquier otro sitio. Y al final entró en Onda Madrid.

Fue esa independencia y honestidad, de la que habla Rubén Amón, la que le acabó granjeando la salida de COPE. Su estilo era intocable, eso lo tenía clarísimo. No cumplía aquella frase atribuida, erróneamente, a Groucho Marx de “estos son mis principios, si no les gustan, tengo otros”. Bien por Colmenajero, aunque no se tuvieran sus mismas ideas políticas liberales.

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