Mira, ahora que viene la fiesta anglosajona de Halloween lo que voy a contar se ajusta como anillo al dedo, por no decir una ordinariez.

Desde los principios de su formación la Cadena COPE ha sido propiedad de la Conferencia Episcopal Española, en mayor o menor medida en función de las necesidades empresariales del momento en cuestión. Por ello los valores religiosos han prevalecido por encima de todo durante todos estos años, aunque alguien termine diciendo que por temporadas esos valores han quedado atrás yendo a favor de otros que generaban unos pingües beneficios económicos. Y es que una empresa privada está para eso, para ganar dinero. Y la Cadena COPE es una empresa privada. Y los valores religiosos tienen que estar presentes … cuando sean necesarios.

Elsa González en su libro ‘Cadena COPE. La radio de las estrellas’ pasa un poco por encima de un hecho que poco se ha comentado a fondo. Bueno, lo de poco comentado lo dejaremos en un rincón ya que los hechos posteriores se publicaron en varios medios y toda la historia se puede leer en todo su esplendor en el libro de Federico Jiménez Losantos ‘De la noche a la mañana. El milagro de la COPE’. La historia va sobre la presencia de una supuesta bruja en el cuartel general de la Cadena COPE en Madrid. Siempre nos han enseñado que las brujas no se han llevado bien con el tema religioso, y si no que les hubieran preguntado a las que quemaron en Zugarramurdi.

Voy a hacer un resumen de todo lo que Losantos explica de forma magistral. Corría julio de 1998. Antonio Herrero hacía poco que había muerto. José María García llevaba un tiempo deshojando la flor de si se iba o no de la Cadena COPE, y si él se iba, Antonio Herrero también lo hubiera hecho. Los dos iban en un pack indisoluble, como ocurrió entre 1991 y 1992. Lo de esos años es harina de otro costal. Volviendo a julio de 1998, la dirección de la COPE estaba en manos de Pedro Díez y la presidencia de honor en Salvador Sánchez Terán.

Las relaciones entre José María García y Luis Herrero con los dos jefes anteriores no era buena ya que la dirección se entrometía mucho en la labor de los periodistas, y estos estaban muy hartos.

Tras esta introducción vienen los hechos. Según se cuenta alguien con relación con Pedro Díez fue a visitar a una echadora de cartas, la presunta bruja, para que esta le recomendara magia negra contra José María García y Luis Herrero. Lo que nadie se esperaba es que la presunta bruja lo comentara todo a la cuñada de García en un encuentro, parece ser que fortuito, en una clínica de Marbella. Obviamente la cuñada se lo comentó a su hermana, y su hermana se lo comentó a su marido, a la sazón José María García.

García se lo cuenta a Luis Herrero y este decide hacer causa común con el primero. Así van juntos a decírselo a Don Bernardo Herráez, consejero delegado de la cadena. Don Bernardo acaba sentenciando que habría que saber qué petición recibió la supuesta bruja para poder tomar alguna decisión, a lo que García respondió con una especie de “no se preocupe, yo le traigo a la bruja”.

Y dicho y hecho, la supuesta bruja se presentó en la segunda planta del edificio de la Cadena COPE, la habitada por la ilustre dirección de la empresa, flanqueada por un decidido José María García y un “para qué me meto en estos líos” Luis Herrero.

Lo que se dijera en el despacho de Don Bernardo no se sabe, ni tan siquiera si hubo un particular exorcismo, pero sí que produjo algún que otro acontecimiento que, repito, cuenta sublimemente Losantos en su libro. Y que conste que no me ha pagado por decirlo.

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