Estamos a finales de noviembre, casi acabando el año, y ahora me da por comentar cosas del inicio de temporada. Bueno, cosas que se han terminado por instaurar en septiembre de 2024. Algunos ya los sabíamos, como el intercambio entre Jaime Cantizano y Julia Otero en Onda Cero, con un Cantizano que ha tenido que ampliar sus contenidos, con lo que eso conlleva, y con una Otero que ha reducido los suyos a uno por semana. Por cierto, se echa de menos a Ferran Monegal, tanto en radio como en prensa, pero la jubilación es la jubilación. Toca descansar. ¡Veremos cómo nos jubilamos nosotros!
En la Cadena SER no se ha tocado mucho. Si funciona, no se hace nada. En Radio Nacional me ha gustado el cambio a la mañana de Josep Cuní. Y en la COPE, se han trasladado varias voces dejando en la tarde a Pilar García Muñiz, y con un mediodía en el que se incorpora en radio Jorge Bustos tras unos días en verano, a modo de prueba, llevando ‘La linterna’.
Pero de entre todo lo que he escuchado, además de lo de Josep Cuní, me ha gustado un gesto que ha hecho Carlos Herrera en el tramo informativo entre las 9 y las 10 de la mañana. Se ha cargado la tertulia. Bueno, más bien la ha reducido para dejarla entre las 8 y las 9, teniendo en cuenta que los contertulios no tienen más de media hora en total para opinar sobre lo que le sirvan, entre el monólogo de Herrera, la desconexión informativa local, el comentario de Ángel Expósito y la publicidad que tenga que entrar.
Si uno se para a pensar, todas las cadenas ofrecen lo mismo entre las 8 y las 10: una tertulia con opinadores diferentes cada día, una entrevista a las 9 en la que estos intervienen, y desde las 9 y media esperando el cierre que se produce unos minutos antes de las 10.
Siempre he pensado que las tertulias se escuchan para ver quién opina lo mismo que lo que piensa el oyente. Así nos va. La verdad es que no se saca nada nuevo de ellos, ya que la opinión es como el trasero, que cada uno tiene el suyo. Y sus elucubraciones sobre qué va a pasar es lo más similar a sacar la bola de cristal, recordando aquello que decía Miguel Gila sobre un familiar suyo que se recorría todas las pitonisas de la ciudad y no volvía a casa hasta escuchar lo que quería.
¿Y qué pone Herrera de nuevo entre las 9 y las 10? Pues una especie de su regreso al magazín con reminiscencias informativas, aunque la entrevista de las nueve no la quita nadie. Eso sí, le ha costado encontrar el equilibrio para llenar esa hora. Al Grupo Risa le ha hecho rescatar la sección de ‘El espejito’ tras unos días con píldoras de humor de menos de cinco minutos. Al gran José María Fidalgo, lo de gran por su tamaño y antiguo contertulio esporádico, le ha encargado una sección de libros. A Antonio Naranjo lo tiene como compañero en esta hora y también de tertuliano, una especie de “en misa y repicando” ya que como polemista no le gana nadie, aunque puede llegar a cargar cuando quiere tener su turno. A Alberto Herrera le ha dado el trabajo de dar un pequeño boletín de noticias a las 9, su primer paso en el terreno informativo, aunque sea de lectura. A Teodoro León Gross, otro antiguo contertulio, le ha puesto en la sección ‘La máquina del fango’, repasando el tratamiento en redes sociales y en medios de comunicación la manera de tratar la información. A Goyo González le rescata a su vera con sus temas culinarios con una recomendación semanal sobre un restaurante de carretera.
Pero lo que más ha llamado la atención ha sido la incorporación, eso sí tardía, de José Antonio Zarzalejos con ‘El sexto sentido’. Breve inciso: esto de los nombres de sección tiene otro tema. Tres veces por semana Zarzalejos aparece para opinar sobre un asunto del día. Y digo lo de tardía porque no apareció hasta unas semanas después. Y digo que llama la atención porque José Antonio Zarzalejos fue destituido de la dirección del diario ABC hace años, parece ser por no apoyar la teoría de la conspiración de los atentados del 11 de marzo de 2004. Hay que tener en cuenta que COPE está actualmente a buenas con la propietaria del ABC para explotar las emisoras que habían pertenecido al fallido proyecto de Punto Radio. Herrera ha vendido esta incorporación como una de las grandes de la temporada, tras haber estado deambulando por otros medios o programas escorados a un ideal político de izquierdas. A lo mejor esto es su redención, una especie de vuelta al redil con la oportunidad que le ofrece Herrera.
Sea lo que sea, espero que la competencia tome nota y vaya relegando el tema de la tertulia a pequeños espacios. Lo que necesitamos es mejor información, más neutral y de más profundidad, con menos inspiraciones, más pruebas materiales y más autocrítica. Aunque quizás esto no está al alcance del oyente medio que se ha acostumbrado a recibirlo todo triturado para saber a quién atacar, antes que defender. Herrera ha dado un paso, quizás manteniendo algo de opinión, pero algo es algo.