Las fórmulas musicales no están pasando por un buen momento. Tendrán toda la audiencia que quieran, pero su valor mediático, creativo y de prescriptor ha desaparecido casi por completo. Los que trabajan en ella niegan todo lo anterior. No van a decir lo contrario, ya que al día siguiente se encontrarían en la cola del paro, o siendo contratado por otra empresa que le ofrecería el mismo trabajo con el aprendizaje de que ciertas cosas no se deben decir. O como muy mucho, se mete a hacer un podcast de música.
De Luis Merino hay mucho que decir, aunque se resume en una sola sentencia: fue director de las emisoras musicales del grupo PRISA a mediados de los 90, tras una trayectoria en emisoras de Alicante y Valencia. Llegó y lo que hizo fue acrecentar lo que había, nunca redujo contenido. Así lo explica uno de sus pupilos radiofónicos, Juanma Ortega, en ‘El Independiente’, en un artículo firmado junto a Israel Cánovas para dar cuartel al libro de las memorias de Luis Merino, ‘Cuando la música era redonda (con R de Radio)’, que ha escrito al alimón junto a Tudi Martín, otro de sus pupilos, en este caso de Valencia, que tenía ganas de echarle el guante al asunto.
La entrevista no tiene desperdicio alguno y debería de estar presente en más de una cabeza pensante. Creo que Juanma Ortega, que sabe mucho del tema, lo ha hecho a propósito haciendo coincidir la presentación del libro de Luis Merino. De toda ella saco los puntos que voy a comentar a continuación.
“La radio tiene que sorprender”, y no lo hace. Si nos paseamos por las cadenas generalistas los tramos están muy bien marcados y todas terminan haciendo el mismo tipo de espacio en la misma franja horaria. Pues en cuanto a fórmulas musicales, la cosa no varía mucho: seguimos con el tema de los éxitos encadenados que te ponen canciones al estilo ‘fast-food’, que está muy bien para tenerla de fondo, pero no para escucharla.
En relación con este tema Luis Merino comenta que “el mal uso de los estudios de mercado ha hecho que desaparezca la comunicación y la prescripción”. A principios de este siglo se empezaron a contratar empresas para que hicieran estudios de mercado para valorar qué se debería hacer, y la conclusión fue quitar de en medio a los DJ y poner más música. Según parece esa era la demanda que consiguió que la radio musical se haya convertido en el vertedero de música que conocemos ahora, con gente que lo único que hace es vigilar que el ordenador que pone las canciones no se cuelgue, y anoto que a lo mejor sin saber lo mínimo de informática, y si estos tienen que hablar que lo hagan lo mínimo posible y comentando cosas que no vienen al caso para una fórmula musical. Así la figura del prescriptor ha terminado yéndose a redes sociales, a algunas plataformas de pago o al podcast, o incluso haberse pasado a la radio convencional. Luis Merino comenta el caso de Carlos Herrera que cada día habla dos veces de música, una con Carlos Moreno ‘El Pulpo’ y otra poco antes de las siete de la mañana, y una vez a la semana tiene su “Radiocarlitos” donde su equipo y él recomiendan varias canciones explicando quién canta, cuándo lo hizo y por qué lo hizo. Toda una figura del prescriptor musical desubicada en el producto. Y ahora digo que así hay unos cuántos más en otras radios generalistas. Buscad esto en una radiofórmula. Consejo, hacedlo sentados.
Por lo que toca el tema de la locución, Luis Merino comenta que ha habido intención de sustituir a las personas por voces de inteligencia artificial en alguna emisora. Intención siempre la habrá, y más teniendo en cuenta que algunos, por no decir a una buena mayoría, se les podría cambiar por una máquina y el oyente no encontraría la diferencia. Lo de la voz con alma sería una reliquia, teniendo en cuenta que las propias fórmulas musicales tampoco la tienen.
Y como colofón la respuesta a la pregunta de si alguna vez han modificado a conveniencia la lista de Los 40. Luis Merino, tras un momento de negación, afirma que lo hizo una vez, con Elton John y su tema ‘I want love’. Parece ser que se le sugirió a la discográfica que el cantante británico realizara un concierto en España, cosa que terminó haciendo y le catapultó al éxito en nuestro país. ¡Hombre! Diría que haber manejado la lista, pues no, aunque si Luis Merino opina que así lo hizo y quiere expiar su pecado, bienvenido sea. No le vamos a quitar el disgusto. Digamos que fue un pecado menor para la lista de Los 40.