Siempre ha habido diferencias de criterio, por no decir disputas, y desde inmemoriales escritos nos presentan que el primero de todos fue el de Caín con Abel, los hijos de Adán y Eva. De aquello vino todo lo escrito en el Antiguo Testamento, tema común entre el judaísmo y el cristianismo. Más allá solo existe el Nuevo Testamento, únicamente cristiano. Incluso en esto hay diferencias, partiendo las dos religiones de un mismo nexo en común.

Quitando el tema religioso de por medio, lo que quiero hacer entender es que incluso en los medios de comunicación ha habido discrepancias, que la cosa no es nueva, y la radio no se ha salvado de ello. No estar de acuerdo en el tema que sea puede llevar a la separación y creación de una nueva competencia. Es ese aspecto el que quiero hacer notar en esta nueva sección. Y en su primer episodio me voy a los principios de la radio en España.

Corría noviembre de 1924 cuando se inauguraron las dos primeras emisoras de radio del país a partir de los indicativos que el gobierno fue concediendo a todos aquellos que quisieran entrar en este nuevo medio de comunicación: Radio España en Madrid y Radio Barcelona, lógicamente, en Barcelona. Ya existía Radio Ibérica que también pidió indicativo, pero no fue mucho más allá.

Me voy a centrar en Radio Barcelona. Esta fue creada por la Asociación Nacional de Radiodifusión (ANR), que estaba integrada por varias empresas y empresarios que estaban interesados en la creación y explotación de una emisora de radio. Sus inicios no fueron muy boyantes económicamente hablando debido a la poca cantidad de socios que llegaron a obtener durante sus primeros meses de funcionamiento. Hay que tener en cuenta que durante los primeros años tener un receptor de radio significaba pagar al estado una cuota y, si se disponía de poderío, hasta poder pagar la cuota de socio que pedían las emisoras y que otorgaban algunos privilegios. A eso hay que añadir el alto coste de los receptores, con lo que podrían ser muy populares, pero al alcance de muy pocos.

Lo peor que te puede pasar cuando te va mal es que aparezca más competencia, y apareció Radio Catalana, de efímera vida pero que agravó los problemas de Radio Barcelona desde junio de 1925, hasta que se vio con buenos ojos asociarse en febrero de 1926 a la madrileña Unión Radio que había nacido con vocación de cadena y que, dicho de forma chabacana, tenía el dinero por castigo.

Este encaje de bolillos permitía que los directivos Royston Saint Noble, Pablo Llorens y Eduard Rifà de la ANR siguieran en sus puestos bajo la supervisión económica de Unión Radio y que además entraran en el consejo de administración de esta. Pero parece que la asociación no fue un camino de rosas hasta que en octubre de 1929 Saint Noble, Llorens y Rifà dimiten como consejeros de Unión Radio protestando por la gestión económica de la empresa que consideraban perjudicial para los intereses de la ANR bajo la acusación de que todo lo que se recaudaba en Radio Barcelona se iba íntegramente a Madrid. ¿Suena de algo este argumento?

Su salida de Unión Radio no significó la disolución de la ANR, todo lo contrario, ya que supuso la idea de crear una nueva emisora de radio. El indicativo se consiguió a principios de 1930, pocos meses después de su salida de Radio Barcelona, y el 15 de abril comienzan las emisiones en onda media de Ràdio Associació que en tiempos de la II República consiguió el apoyo de la Generalitat de Cataluña. Esta no solo supuso la competencia en la ciudad de Barcelona, sino que además supuso el germen de la creación de una cadena de ámbito catalán con las estaciones locales que se permitieron crear a partir de 1933. Así Unión Radio logró abarcar casi todo el territorio español, pero en Cataluña Ràdio Associació se llevó las emisoras de Gerona, Lérida y Tarragona.

La cosa es que años más tarde Ràdio Associació, convertida en Radio España de Barcelona, acabó en manos de la Cadena SER, la antigua Unión Radio. Lo que algunos llaman la historia circular.

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