Cuando las cosas no van bien en una empresa, económicamente hablando, lo primero que se piensa es en aligerar la carga existente y realizar un despido colectivo. Así un buen número de gente se va de la empresa por una única razón más que sabida porque, es de suponer, se deben haber comunicado los motivos a los trabajadores. Pero cuando es una sola y única persona la que desaparece del organigrama los rumores están a la orden del día. En esto tenemos alma de cotilleo. Pues esta introducción es para hablar de dos despidos bastante famosos que se produjeron en dos cadenas de radio y que aportaron su leyenda correspondiente. Aunque si hay que ser honestos, voy a hablar de un despido y de una salida pactada, pero esta última alguien la ‘adornó’.

La primera es bien conocida por todos: la de Julia Otero y su equipo en agosto de 1999 en Onda Cero. Javier Gimeno, jefe entonces de la cadena de emisoras recién adquirida por Telefónica, fue el encargado de comunicar al equipo suplente estival una hora antes de comenzar el programa del 2 de agosto el mensaje que se podría resumir en un ‘ni hoy, ni mañana, ni pasado, ni nunca’, para sustituir ‘La radio de Julia’ por ‘La canción del verano’ que José Ramón Pardo estaba haciendo en Radio Voz. La explicación oficial es que el programa de Julia Otero, que tenía contrato por un año más, no se ajustaba al modelo que se quería imponer en Onda Cero. Recuerdo a la madre de un amigo que me preguntó unos días después el porqué del despido, a lo que uno de sus hijos respondió con aire imperativo ‘por ser facha’. El entonces joven iba muy equivocado en cuanto a discernir las orientaciones políticas de ciertos profesionales mediáticos. Entonces y ahora que es hombre casado y con dos hijos.

Tras su fulminante despido apareció el rumor pertinente: el inductor había sido el que vivía en Moncloa, José María Aznar, quien había colocado a Juan Vilallonga como presidente de Telefónica, a la sazón nueva dueña de Onda Cero. Algunos veían las influencias bien encaminadas, pero parece ser que el camino no llegaba a la cúpula. Julia Otero ha sido la encargada de ir desmintiendo desde entonces que la idea no partió del presidente Aznar. Fue Francisco Álvarez-Cascos quien citó a Julia Otero el 3 de agosto para comunicarle que desde el Palacio de la Moncloa no estaban de acuerdo con el movimiento que se había producido con ella, con lo que de allí no había salido ninguna orden a tal efecto.

El siguiente que quiero comentar es Joaquín Prat que en 1988 prefirió irse de la Cadena SER por dos motivos, y uno conlleva al otro: el primero, el Grupo PRISA, nueva dueña de la cadena, creía pertinente arrinconar al profesional en ‘Carrusel deportivo’, lo que llevó al segundo motivo, que Joaquín Prat no se encontraba a gusto.

La Cadena COPE realizó una oferta bastante buena para que presentara varios programas en la parrilla del fin de semana, con lo que avisó a los directivos de la Cadena SER que estimaron comunicarle el visto bueno de su salida una tarde que estaba en ‘Carrusel deportivo’. La orden fue que podía recoger sus cosas e irse inmediatamente, con lo que dejó a sus compañeros de deportes en medio del programa. A pesar de que la Cadena SER fue la encargada de informar que la salida de Joaquín Prat estuvo acordada por las dos partes, el movimiento tan brusco que se realizó con el comunicador alimentó la leyenda del despido fulminante que muchos han creído hasta nuestros días.

Como veis a veces la leyenda adorna con mucho romanticismo un hecho que desde el principio ha quedado más que resuelto. Pero que la realidad no te estropee un buen titular, dicen por ahí.

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