
De los últimos días, y radiofónicamente hablando, hay dos noticias que han hecho que todo el mundo hable de ellas. La primera ha sido la muerte del Papa Francisco. Y la segunda, el apagón peninsular del lunes 28 de abril. En materia radiofónica, el primero hizo que las voces más importantes de las cadenas COPE y Onda Cero se pusieran al frente de la retransmisión del funeral del sábado 26 de abril. O sea, Carlos Herrera y Carlos Alsina se fueron a Roma para ser las cabezas visibles de sus respectivas empresas.
Del segundo, hay que sacar más chicha, porque hay que comentar muchas cosas, empezando por todos los especiales que se fueron haciendo en todas las cadenas de radio, ya fueran públicas o privadas. En la Cadena SER fueron Javier Casal, Carles Francino y Aimar Bretos los encargados de hacer especiales de sus respectivos programas. En la Cadena COPE les tocó a Jorge Bustos, Pilar Cisneros, Pilar García Muñiz y Ángel Expósito. Hasta aquí nada novedoso en el frente ya que los horarios de cada profesional se respetaron a rajatabla, aunque la programación local se acabara resintiendo. La que hizo el doble salto de pirueta fue Onda Cero, que tras Elena Gijón quien apareció fue, otra vez, Carlos Alsina para sustituir a Jaime Cantizano, que se tuvo que tomar la tarde libre ya que el apagón le pilló a Alsina en la empresa y decidió que para qué irse a casa cuando se supo que el suceso se había producido en toda la península.
Alguna radio pública decidió realizar emisiones simultáneas en sus diversas cadenas, como Radio Nacional que hizo lo propio con la generalista y su ‘todo noticias’, aunque hubo aviso de hacerlo también en Radio Clásica y Radio 3, pero de esto no tengo noticias. Lo de emitir en conjunto noticias entre Radio Nacional y Radio 5 creo que no nos viene de nuevo. La que sí acabó haciéndolo fue Catalunya Ràdio, que simultaneó su especial en Catalunya Informació, iCat y Catalunya Música.
Hasta aquí la parrilla de programación. Ahora viene la logística. Cuando se produce un apagón, el único medio que resiste ha sido, sigue siendo y será la radio. La televisión tiene un gran problema y es que todavía no pueda ir a pilas, a no se que sea una minitele a baterías, de esas que te dejas la vista en ella. Eso no quiere decir que la televisión se fuera a negro desde las 12:33, ya que resistió en aquellos sitios donde los emisores aguantaron con sus propios grupos electrógenos. Precisamente los mismos donde la radio también aguantó. Y hablo de radio tradicional, ya fuera en analógico o en digital, ya que el streaming aguantó hasta que los repetidores de telefonía acabaron consumiendo sus baterías, siempre y cuando no te tocara vivir en algún sitio donde el móvil quedó como un bonito pisapapeles con fotos y vídeo.
Según se ha podido comprobar en los últimos días hay mucha gente que ha descubierto, o redescubierto, la radio a pilas, ese aparato que algunos llaman al modo antiguo ‘transistor’, y que por poco dinero y unas pilas te permite escuchar las emisoras de radio de tu zona.
Creo que esto ha demostrado que lo del streaming es una tirita que las radios privadas deben hacerse mirar si finalmente se quiere apostar por la radio digital DAB+, como está haciendo Radio Nacional y el resto de las emisoras públicas autonómicas. O al menos ese es el compromiso que firmaron hace unos meses.
La radio por streaming te permite escuchar casi cualquier radio del mundo, pero solo cuando haya una conexión a internet y los agentes implicados en el proceso no tengan problemas de suministro eléctrico.
Con esto no quiero decir que algunas emisoras de radio acabaran sin emisión desde el minuto uno del apagón, que las ha habido, dejando a bastantes zonas con el dial casi vacío. Pero estoy seguro de que los grandes emisores siguieron funcionando, permitiendo que, aun con señal más débil, pudiera escucharse alguna voz que estuviera comentando algo.
Y digo lo de comentando algo porque la radio poco informó aquella tarde-noche sobre lo sucedido. Cuando estoy escribiendo esto, todavía se desconocen las causas del apagón. Se sabe la teoría que lo provocó el mismo día debido a la proliferación de expertos en distribución energética, que al menos la gran mayoría han acabado diciendo lo mismo: la fluctuación de la frecuencia. Aunque cada empresa haya arrimado la ascua a su ‘sardina política’.
Estar toda una tarde y noche comentando lo mismo, lanzando pseudonoticias de posibles apagones en otros países de Europa, en qué zonas y a qué hora volvía la luz, y viviendo de los comentarios de los oyentes o de las personas de la calle que hablaban a los micrófonos inalámbricos, además de describir qué pasaba a su alrededor, pudo ser algo que nos reconfortara, pero no sirvió de nada más.
Por cierto, que en mi casa volvió la luz a las 23:20. Y las radios con pilas y baterías aguantaron todo el tiempo.