Onda Cero

Creo que en menos de una semana Carlos Alsina ha sido el protagonista en la radio española. Alguno pensará que el calificativo sea excesivo, a veces yo también me lo planteo, pero vamos a ver el por qué de todo esto. Primero fue entrevistado en el programa de laSexta ‘Lo de Évole’ que fue emitido el domingo 25 de febrero. Segundo cambiaron las tornas y volvió a sus labores normales entrevistando a José Luis Ábalos, al que los medios han terminado convirtiendo en el protagonista del llamado ‘caso Koldo’ que tanto revuelo está formando en COPE y algunos programas de Onda Cero, y no se quiere comentar mucho en la SER atacando al Partido Popular.

Vamos al programa de Jordi Évole. Siendo laSexta y Onda Cero medios de comunicación de la misma empresa, Atresmedia, no debe ser algo muy extraño de ver que Alsina aparezca realizando lo que se llama una sinergia de grupo. Este tipo de cosas, si no se hacen bien, pueden acabar siendo una entrevista amable, las que califica el José María García de Fernando Echeverría, en tono humorístico, como “una auténtica encerrona”. El resultado acabó siendo más una descripción de su trabajo, llegando a veces al masaje que se podía esperar ante un Carlos Alsina que siempre comenta que lo de la televisión lo lleva mal, a pesar de aparecer una vez por semana en ‘Espejo público’ de Susana Griso en Antena 3 TV, otra sinergia de grupo, y de haber recibido diferentes ofertas para la caja tonta que ha rechazado de primeras. Eso sí, tampoco le gusta eso de tener cámaras en el estudio de radio, por aquello de ser visto para ver qué gestos tiene, si de aprobación o desaprobación ante el invitado.

Évole le recordó aquellos momentos en los que Alsina llegó a ser incómodo con el entrevistado, como lo fue con Mariano Rajoy o Pedro Sánchez, consiguiendo del primero aquella respuesta de “¿Y la europea?”, esperando que Alsina le respondiera a él, como si supiera más que el propio Rajoy, y del segundo conseguir que apareciera en el programa tras varios años sin concederle una entrevista, aunque fuera en precampaña electoral. Fue esta segunda entrevista la que debió enervar al equipo de ‘Hoy por hoy’ de la Cadena SER por su carácter inquisidor debido a los cuatro años que Alsina estuvo preparando preguntas y ante las dos primeras respondió por peteneras llevándose el tema al cortijo que Pedro Sánchez quería. Este es el problema de los políticos, que los que acaban aceptando la invitación del programa vienen a “hablar de su libro”.

El tema pasó por quiénes vienen o no vienen, y Carlos Alsina dijo la máxima: cuando están en la oposición todos aceptan venir, y cuando están en el poder se lo miran mucho, sea cual sea el bando político al que pertenezcan. Aunque los hay que ni por asomo quieren ir por cierta fama que se ha ganado de ser bastante insistente, una cualidad que, entiendo, debe tener el entrevistador.

Y como he dicho al principio, Alsina tuvo otro momento ‘estelar’ el miércoles 28 de febrero con la entrevista a José Luis Ábalos. Las publicaciones recientes sobre acontecimientos producidos hace unos cuatro años le han convertido en el protagonista, “sin querer queriendo” que diría el Chavo del Ocho.

Como siempre Alsina no decepciona en estos menesteres con sus preguntas directas y sin ambages. Para qué ir de rositas y que te califiquen de blandito. Preguntas de guion y preguntas improvisadas ante las respuestas del invitado, sin dejar de lado el repetir la misma cuestión de diferentes formas ante la salida “por peteneras” del entrevistado. En esto estaremos todos de acuerdo: el invitado dice lo que quiere ante las embestidas del presentador, pero en esto Alsina es rápido y se escapa del pitonazo atacando con otra estocada. Otra cosa es que el invitado vuelva a irse por los cerros de Úbeda, y aquí Alsina insiste hasta un límite para no hacer cansina la entrevista.

José Luis Ábalos se presentó para vender su inocencia de todo lo que se comenta a los oyentes de ‘Más de uno’, con un tono tranquilo con expresiones o gestos con algún punto chabacano, echando pelotas fuera. Es de suponer que Àngels Barceló llegaría a admirar la habilidad que ha tenido su competidor para llevarse el gato al agua. Que conste que esto último lo digo con tono irónico. Y creo que ya he hablado mucho de política.

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