
Que nadie se asuste si empiezo tras un largo tiempo sin publicar nada con una torre de Pisa que tengo en mi habitación. La compré en Roma. Nunca he pisado Pisa. Para que se vea que en el tema de objetos de recuerdo lo de la globalización está a la orden del día, aunque sea en el mismo país.
Al lado de la torre de Pisa tengo otra torre, la Torre Eiffel de París, y esta sí que fue comprada en París. La cosa es que cuando miro la Torre de Pisa me llama la atención su inclinación y cómo acabaría el ingeniero que dimensionó la cimentación del edificio. Hasta ahora nada anormal que a cualquiera le pudiera pasar. Pero cuando miro la Torre Eiffel siempre miro su parte superior, la zona en la que están los emisores de radio y televisión en la capital francesa. Cuando la radio y la televisión comenzaron, la torre parisina ya estaba y era la edificación más alta, con lo que se convirtió en el perfecto lugar que concentrara todos estos servicios y que le permitió alargar su longitud de 300 metros iniciales a los 330 actuales. Así que los parisinos nunca han tenido problema de situación de emisores ya que mientras no se derribe la torre, la televisión y la radio seguirán estando en el mismo sitio.
En España no hemos tenido esa, por así llamarla, suerte. En Madrid el emisor de Paseo de la Habana de televisión y los de radio en frecuencia modulada del ente público situados en el ministerio de cultura, información y turismo pasaron a Torrespaña en 1981. El cambio se producía en parte por ofrecer un mayor servicio de telecomunicaciones por la celebración del mundial en el año 1982, y en parte para mejorar la cota de emisión tanto de TVE como de RNE, cosa que no terminó de producirse ya que su situación no fue escogida por ser la mejor porque en parte de la capital madrileña no se vislumbra la antena de Torrespaña. Pero ahí sigue, con sus más de 40 años en pie.
En Barcelona se produjo un caso parecido para las olimpíadas del año 1992 con la construcción de la Torre de Collserola, que entre 1991 y 1993 acabó centralizando las emisiones de radio y televisión de la capital catalana. En este caso la ubicación del emisor cambiaba de las múltiples antenas situadas en la montaña del Tibidabo a menos de 10km más al sur, con lo que el trastorno de cambiar la dirección de las antenas de televisión de las azoteas recayó en un 20% de la población del área de Barcelona, precisamente la que vivía justo debajo del Tibidabo. La construcción de la nueva torre creó un caos que nadie previó, o al menos así lo pareció en su momento: como la nueva torre se estaba realizando cerca de la vieja, durante unos meses el área de cobertura del emisor del Tibidabo ofrecía anomalías en la imagen de televisión, produciendo sombras en la primera cadena de TVE e inestabilidad en la señal de su segunda cadena. Todo fue debido al imprevisto que el mástil central de Torre de Collserola, mientras estuvo sin recubrimiento, se convertía en un segundo emisor de televisión debido al rebote de las señales cercanas del Tibidabo produciendo lo que se llama onda reflejada. Ya he dicho que no hubo ningún aviso previo y lo único que se dijo a posteriori se resume en una palabra: paciencia.
Si cruzamos al otro lado del charco y nos situamos en Nueva York, desde los años 30 el emisor de radio y televisión que acabó siendo el preferido por las empresas de comunicación fue el Empire State Building, el que se hizo famoso en 1933 por haber tenido brevemente de inquilino al cinematográfico enorme gorila King Kong. El funcionamiento de su centro de comunicaciones se alargó hasta principios de los años 70 cuando, por la construcción de las Torres Gemelas, hubo problemas de cobertura, semejantes a los de Barcelona, con lo que se decidió que en una de las dos nuevas grandes edificaciones neoyorquinas se debía construir sí o sí un nuevo emisor que pasaría a ser el principal en la ciudad, relegando al del Empire a mera reserva por si algo pasara. Y este condicional acabó cumpliéndose en el año 2001 cuando las Torres Gemelas se hundieron debido a los atentados producidos el 11 de septiembre. En octubre del mismo año el Empire State Building volvió a ser el centro de comunicaciones de la ciudad de Nueva York, pero desde la última vez que lo fue hasta ese momento se construyeron, entre su emplazamiento y el Central Park, un buen número de rascacielos que impedían la buena recepción de las ondas en la parte norte de la ciudad, haciendo que algunas emisoras de radio se trasladaran en 2003 a un nuevo mástil situado en el edificio Condé Nast Building, de cota más baja pero que mejoraba la recepción en parte de la ciudad.
Con la inauguración del One World Trade Center en 2014, algunas de las emisoras de televisión y radio dejaron el Empire para ir al nuevo emplazamiento, pero otras decidieron mantenerse unos años más, quizás por aquello de no acabar el contrato antes de tiempo.