A Carlos Herrera le pasa muy a menudo lo de cambiar el nombre al oyente que llama: un Pedro por una Carmen, una Luisa por una Fernanda, una Ana por un Camilo … lo más normal del mundo cuando el que presenta está por otros menesteres que no son los de atender a la realización de su programa. Pero disfrazando esto por un momento de humor todo se perdona, o se intenta perdonar cuando empieza a ser muy repetitivo. Pero no voy por ese camino cuando quiero hablar de los cambios de nombre.
Normalmente el que escucha la radio se llama oyente. Hasta aquí todo normalizado. Y creo que estaremos todos de acuerdo. Pero ha habido y hay programas o profesionales de la radio que han querido particularizar el nombre o apelativo de oyente hacia la gente que los escucha.
En el caso de Carlos Herrera han sido algunos oyentes suyos los que se han clasificado como ‘Herrerianos’, cosa que disfruta con ganas en antena cuando se lo comentan. Y además ha servido y sirve para allá donde fuera. También entran los ‘fósforos’, aunque uno no sabe bien si es en general o a la sección cada vez más menguante del programa.
Alfonso Arús en su etapa de ‘Arús con leche’ lo tenía claro: sus oyentes tenían algo de particular y se les debía de mimar con un nombre diferente. En su etapa en Cadena Catalana–Cadena Rato los llamaba ‘Ratianos’, nombre que daba qué pensar según como se acabara diciendo. Entonces primaba más la cadena estatal que la local Cadena Catalana. Lo malo es lo que él comentaba alguna vez: daba la sensación de pertenecer a otro planeta. En su paso a Radio Minuto los oyentes se convirtieron en ‘Minutenses’ y no en ‘Minuteros’ debido, posiblemente, a que el nombre ya estaba asignado a la aguja del reloj que marca los minutos, o que anteriormente existió un programa en Radio Minuto en Barcelona que se llamó ‘El Minutero’. Y cuando Radio Minuto absorbió a Radio 80 Serie Oro para dar el resultado de M80 Serie Oro el nombre fue, tras varias deliberaciones absurdas al estilo Arús, ‘mochentistas’. Parecía el nombre de los seguidores de cierto arte abstracto o de una secta no muy destructiva. Bueno, esto último lo eran. Pero nunca quiso utilizar su nombre para dirigirse a sus oyentes, siempre se dirigía a ellos con el nombre de la cadena. Cosas de Arús.
Pepa Fernández lo tuvo claro desde los principios de su ‘No es un día cualquiera’: sus oyentes son ‘escuchantes’. Por aquello de las acepciones de los verbos oír y escuchar. Con oír se entiende lo de percibir algo. Escuchar denota prestar atención. No es de extrañar que los califique de esta manera debido a su manera de realizar el espacio, bastante ameno y ágil para lo que tenemos pensado que debería ser un programa de la radio pública: largo y aburrido. Pepa Fernández hace un buen trabajo y, vuelvo a decirlo, es de agradecer que haya vuelto a los fines de semana.
Carlos Moreno ‘El Pulpo’ está, de lunes a viernes, en las madrugadas de COPE con su ‘Poniendo las calles’. Tener oyentes a esas horas ya es un privilegio porque lo más normal es estar en los últimos momentos del sueño antes de levantarse para ir a trabajar … bueno, eso para los privilegiados que trabajan, o no tanto. Por eso, por lo de tener la suerte que alguien te escuche cada día a esas horas, ‘El Pulpo’ ha decidido llamar a sus oyentes ‘ponedores’. La palabra puede llevar a entender a ciertos animales de granja, pero nada más lejos de la realidad. Sus oyentes son los que, a esas horas, están levantando el país, sobre todo los que están trabajando a esas horas para que otros más tarde se encuentren muchas cosas hechas. Pero a esas horas puede haber alguien que trasnoche por alguna razón que no sea laboral, y también entran en la denominación. Y no solo se queda con el apelativo, sino que además regala diplomas de ‘ponedores’. Carlos Moreno los aprecia y quiere. Se nota.