El escritor Juan José Millás se sometió al experimento de no estar informado durante una semana. Ni diarios, ni redes sociales, ni televisión y ni Cadena SER, que parece que es lo único que escucha a raíz de lo que comenta en su sección semanal ‘Las edades de Millás’ en ‘A vivir’ de Javier del Pino. Aprovechó la promoción de su último libro para así asegurarse que, con la vorágine que esto conlleva, no sabría qué ha pasado en el mundo durante siete días. Y lo consiguió. Apareció ante Javier del Pino sin tener ni idea de nada, informativamente hablando.

Lo primero que comenta Millás es, lo que él llama, el valor religioso que tiene el boletín informativo horario: estamos atentos cada hora para ver si el mundo sigue igual, sin tener ni idea que si ocurriera algo importante no haría falta esperar al dichoso boletín. Javier del Pino opina que hay que considerar seguir emitiendo este producto, teniendo en cuenta que cuando se emite fútbol no hay boletines. Buena consideración bajo la premisa que el fútbol lo puede todo, pero produce el desdoblamiento de frecuencias de la SER y la COPE para, según el día de la semana, seguir ofreciendo el programa informativo nocturno. En Onda Cero tienen este planteamiento a pequeña escala. A del Pino este detalle se le ha escapado.

Le doy la razón a Millás en un sentido: estar buscando información, estar quizás demasiado informado, es una obsesión, un ritual del que buscamos nos libren de algo. Confieso que de tanto en cuanto sigo esta misma especie de cura de desintoxicación de informativos, y mi ansiedad disminuye. Me encuentro mucho mejor.

La radio actual, al menos la de cada día, de lunes a viernes, vive demasiado de la actualidad, es información todo el rato. Bajo esta premisa, ¿hace falta el boletín horario? Un producto que en unos cinco minutos te dice las noticias más importantes. Eso sí, siempre desde el punto de vista de la empresa, cuando el boletín debería ser lo más aséptico posible. En esto siempre es bueno escuchar todas las versiones e intentar hacerse una idea de lo que pasa. Y esto llego a entender que puede llegar a ser imposible de realizar, y más teniendo en cuenta que muchas veces escucho las señales horarias y desconecto mentalmente durante 5 minutos. Eso sí, si hay algo que considero importante, vuelvo a conectarme para hacerme una idea qué pasa.

Ante este panorama nos encontramos con casos como el de Jordi Basté en RAC1 o el de Federico Jiménez Losantos en esRadio: en sus programas no hay boletines y además no siguen a rajatabla las señales horarias. Otro aspecto del que quizás habría que aprender, aunque ¿estas son necesarias?

Hace unas semanas Aimar Bretos decía que ante la desinformación que se generan en las redes sociales sería buena idea reducir el tiempo de los boletines a unos dos minutos, un aspecto que se viene haciendo en algunas fórmulas musicales. En ese tiempo cabe lo más importante del momento e incluso ir alternando con otras noticias cada hora. Sería buena idea, siempre y cuando acabe con el sectarismo político de las diferentes cadenas.

En COPE les dio hace un tiempo por realizar boletines horarios de autor y de larga duración. ‘La tarde de COPE’ de Pilar Cisneros y Fernando de Haro y ‘Fin de semana’ de Cristina López Schichting estilan, algunas veces, hasta unos excesivos 15 minutos. Con las señales horarias entra un monólogo de opinión sobre el tema o temas que se consideran importantes, hasta que se da paso al boletín, que deja de ser horario y vuelve con los temas anteriormente explicados en el monólogo. Lo considero un esperpento y una desviación intelectual del concepto boletín informativo.

Con todo, no creo que el resumen horario deba desparecer. Sí creo que debe reformularse en una radio que es demasiado informativa y sectaria. Menos tiempo daría más información y menos sectarismo. Pero cada empresa se debe a su parroquia, y esta está a lo que les digan.

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